miércoles, 1 de octubre de 2014

La ciudad de la gran red


MADRID DIGITAL
El primer impacto es sobrecogedor. Enfrentarse a la cotidianidad entre una gran factoría de humo y asfalto nubla las mentes sumergidas en un ambiente machaconamente sórdido. Bajo tierra es peor. Masas de cautivos se arremolinan en desplazamientos subterráneos transportados en viajes de ida y vuelta sin destino final día tras día. 

El acceso a la gran ciudad es mejor hacerlo con cautela, marcar objetivos con expectativas abarcables a medio plazo. Como primer acercamiento ayuda mucho volver a las aulas, un clima reconocible y familiar amparado por las enseñanzas que transmiten los sabios a sus contumaces alumnos. Es más fácil al principio venir sólo de paso y ser alumno por un día en un taller de herramientas digitales, como el que organizan con presteza la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) y la ong WWF. Una iniciativa para ofrecer a informadores desvalidos un pequeño manual de instrucciones que permite enfrentarse a un mundo virtualmente muy real, donde cada día cambia todo y lo sencillo se complica en compartimentos estancos que conducen nuevamente a la casilla de salida. Mandan los algoritmos, concluyen los maestros ante la variabilidad imprevisible de las interconexiones en las redes sociales. 


Y todo el mismo día en que el tribunal de tribunales, con inusitada celeridad, oficia una liturgia legal como sumo sanedrín de la Constitución, una diosa moderna de planteamientos sagrados que impone sus designios sin posible discusión. Queda claro que la ley de leyes no permite opinar ni votar más allá de lo estrictamente necesario en cuestiones como la determinación o el color de las banderas. La actualidad es dominada además por los deleznables detalles relacionados con las maníacas actividades de un presunto pederasta. Una jornada enlutada por la muerte de un super-exministro, que desde el poder se lanzó a desrumasizar  España para luego convertirse en paradigma del triunfo del nuevo capitalismo de revista. 
 
Mientras, las lecciones del taller avanzan aportando útiles recursos para afrontar una larga travesía tecnológica que no ha hecho más que empezar y que ya nunca llegará a tocar puerto, ante los inmensos océanos de conocimiento donde debemos navegar solos pero impulsados con decisión por la brisa de la curiosidad. Las similitudes entre la súper red y una enorme metrópoli son evidentes; hay que aprender sus reglas para poder disfrutarla y aprovechar su enorme potencial de acción, empleando toda la creatividad que emana de la imaginación más desbordante. Junto a las utilidades y aspectos más previsibles, la selva urbana oculta islas de color y sabor a naturaleza. 



Entre prados radiantes se erigen edificios de recia estampa flanqueados por bosques de porte antiguo y belleza serena. No todos los árboles amenazan con abalanzarse con peligro sobre los transeúntes que pululan por Madrid, pero ya son muchas las caídas y desprendimientos protagonizados por estos grandes monumentos vegetales, que obligan establecer una estrategia preventiva para evitar nuevos males. La ciudad digital se puede tocar y toca a sus habitantes en una interacción con resultados desiguales que depende de la destreza de sus usuarios, mientras viajan entretenidos como internautas despistados desde un presente incierto hacia un futuro desconocido. Un viaje siempre apasionante.

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